Historia

Me llamo Jose Antonio López Palomino, y tengo 61 años. En 1973, con apenas 14 años empecé como aprendiz en un taller de ebanistería. Para mi suerte y sorpresa, 10 años después, con 24 años ya, me di cuenta de que todo lo que tuviera que ver con transformar la madera, me apasionaba: la materia, el olor, el cómo transformar algo tan presente en la naturaleza en cualquier tipo de arte… sabía que sería una pasión de por vida, y a ello he dedicado mi vida.

En 1983, el que era en aquél entonces mi maestro, el dueño del taller de ebanistería, se jubiló, dejándonos a los cuatro trabajadores que en su día fuimos aprendices, como socios del taller.
Era feliz como socio del taller, pero siempre tuve inquietudes, por ejemplo, el dibujo industrial, (en el que por suerte pude formarme con grandes maestros, e incluso obtener menciones por alumno avanzado), o el formar mi propio negocio familiar algún día, cosa que no pensaba postergar, y haría ese mismo año.. Pero no pudo ser, mi padre, que regentaba un negocio textil por aquellas fechas, tuvo problemas de salud, y tuve que responsabilizarme del negocio familiar durante cuatro años, en aquél entonces era lo más importante, la familia es la familia.

Sería en 1986, con 27 años, donde empezaría mi primer negocio de ebanistería, y donde tendría mi primer hijo, y gran aprendiz futuro y mi apoyo diario, Víctor. En este primer negocio me dedicaba a hacer muebles de alta calidad, cualquier cosa que el cliente tuviese en mente, yo podía dibujarlo, y transformarlo, mi nivel de precisión y energía por mi nuevo negocio haría que este funcionase muy bien, y se sucederían tres años, donde nacería mi segundo hijo, Adrián.

En 1990, con 31 años, tuve una nueva inquietud: quería hacer sofás, quería seguir aprendiendo, quería más, y tuve la suerte de poder cumplir también ese sueño, que duraría nada más y nada menos 18 años, en el que tuve la suerte también de poder trabajar con mis dos hijos, y vivir una de las etapas más entrañables de mi carrera, hasta que llegó la famosa crisis de 2008.
Al llegar la crisis yo tenía 49 años, y energía y un espíritu de superación que haría que no frenase, entre otras cosas, no se podía frenar.. Pero, ¿qué hacer cuando la economía mundial se va al traste y la gente ya no quiere sofás? ¿qué hacer cuando el mundo entero entra en recesión y decide que no es un buen momento para gastar? Tenía dos manos, dos hijos comprometidos, y buenos amigos, y me dije… “Jose Antonio, vas a hacer palets”.

El hecho de haber estudiado ebanistería y dibujo industrial hizo que hiciese unos prototipos que eran auténticas obras de arte, pero no creáis que fue fácil, empezamos haciendo palets a mano, mis dos hijos y yo, con ningún otro recurso que nuestra experiencia, y una frase: “El mayor activo que tiene un hombre es su palabra”. Pero a buen entendedor, pocas palabras faltan, y nuestra palabra y saber hacer, haría que pronto tuviéramos más y más clientes, que para nosotros siempre serían y serán lo más importante.
Y así iría fluyendo nuestra carrera, primero con una nave y un patio, luego con dos patios y dos naves, luego con tres, invirtiendo en nueva maquinaria, rodeándonos del mejor equipo humano, y seguimos creciendo y con mucha mucha energía.
Si hoy me preguntas si me hubiese dedicado a otra cosa, si pudiera tener de nuevo 14 años y volver a elegir, volvería a elegir la madera, y seguiría dándolo todo en todos los ámbitos, porque sobrevivir a cualquier mal momento, se conjuga así: trabajar muy bien, esforzarse mucho, adaptarse muy bien al cambio, tener buenos contactos, y sobre todo, pasión por lo que haces.